La asimetría

Al final, en el Consejo de Política Fiscal y Financiera (CPFF), sólo la Comunidad de Madrid fue coherente con sus planteamientos y se opuso al déficit a la carta que Cristóbal Montoro presentó como una gran innovación para, supuestamente, contentar a Cataluña, cosa que, al parecer, no consiguió.

Ignacio González le dirigió una carta al presidente del Gobierno hace unos días donde le advirtió de que votaría en contra si Hacienda seguía adelante con sus planes. El presidente madrileño ha sido el abanderado de quienes consideran que el déficit asimétrico no ha hecho más que «premiar a los incumplidores». Otros líderes autonómicos del PP le expresaron su simpatía, pero al final, a la hora de la verdad, o se abstuvieron como hicieron Extremadura y Aragón, o apoyaron al ministro.

Está claro que en el CPFF son muy pocos los que miran por encima de sus intereses. Y es lógico que así sea. Por eso, cuando el Gobierno renuncia a velar por los intereses nacionales o los subordina, nadie puede esperar que unos consejeros regionales piensen por España. Eso da una dimensión extraordinaria a la postura madrileña del jueves.

Las relaciones de Montoro con González (y antes con Esperanza Aguirre) no han sido fáciles. Madrid, con sus impuestos más bajos que el resto de España, es un recordatorio permanente de la traición del ministro a las promesas del PP y de que la filosofía de que el dinero donde mejor está es en el bolsillo de los ciudadanos es virtuosa. Probablemente a Montoro le gustaría hacer lo mismo que hizo Madrid con los impuestos. Pero cuando le tocó hacerlo, no lo hizo. Así que Madrid es el perenne recordatorio de que hay quienes no se han tenido que saltar sus principios para salir del atolladero.

Por eso fue tan duro el encontronazo del 2012 cuando Madrid reclamó más recursos y en Hacienda les dijeron que elevaran los impuestos. Ahora, a la vista de lo sucedido y considerando que el poderoso instrumento que es la Ley de Estabilidad Presupuestaria se está quedando en papel mojado (ahora mismo, ningún incumplidor está expedientado), González se ha decidido a correr el riesgo de no alcanzar el objetivo de déficit. «¡Que vengan los hombres de negro de Hacienda a intervenirnos!», dicen en la Puerta del Sol.

Entre las promesas de Montoro para calmar la irritación de las comunidades cumplidoras y atraérselas a su postura, figura la posibilidad de duplicar el plazo para que devuelvan los anticipos que en exceso les transfirió Zapatero en 2008 y 2009. Son 25.000 millones que recibieron de más. El año pasado Rajoy les dio 10 años de plazo para devolverlos. Ahora Montoro les prometió 20 años.

No están claros los efectos de la implantación de este déficit asimétrico, que en principio parecía formar parte de una operación de mayor calado que involucraba a Cataluña y su desafección. Mas-Colell no parece conforme con el arreglo. La postura de Hacienda es ambigua, de hecho ha anunciado que no repetirá el experimento en 2014. El único beneficiado es Alberto Fabra. ¿Era necesario todo esto para lograr un resultado que se podía obtener sin tanto desgaste, sobre todo para la ley?

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